A Heberto Castillo y sus seguidores del Partido Mexicano de los Trabajadores les gustaba decir que había que “nacionalizar la revolución”, porque, en un prejuicio extendido, las izquierdas socialistas y comunistas eran más afines con paradigmas extranjeros. Revisando los testimonios de 1968 se encuentra una idea similar: la izquierda mexicana sabía mucho de Lenin y poco de Rubén Jaramillo. En las palabras de Taibo II, los núcleos de militantes eran extranjeros en la historia. Sin embargo, ello puede matizarse. Las izquierdas mexicanas buscaron constantemente aliados en el pasado y entre el cosmos de los íconos a los que se recurrió, destacó su comprensión de la obra de José María Morelos.